Las botellas de licor emergían como por arte de magia. Unas, tras otras, tras otras, tras otras. El ambiente del bar comenzaba a deformarse, los tonos hostiles y vahos aguardentosos irrumpían en las mesas, en una de ellas, exclusiva para los beodos consuetudinarios, un hombre imprecaba a mansalva a sus cofrades de cantina. José – aquel borracho- denostaba en improperios la canina vida que llevaba, decía a viva voz con el vaso de chuflay en la mano, dirigiendo su ovina mirada a Mario y Ricardo, amigos de la parranda cíclica que cumplían diariamente, contando aquella misma historia que cada noche narraba con desazón: José: Yo, un día fui un gran empresario – afirmaba, posando la mirado al cielorraso del salón – un día que no quiero acordarme diría El Quijote, pero ustedes supinos que van a saber de literatura Mario: Tranquilo José… qué si andamos con esas, no respondemos, seremos ebrios, pero no irrespetuosos, así que, si vienes aquí a contarnos tu historia, que está demás decírt...
Un espacio en el que puedo compartir una de mis más apetecibles pasiones. La literatura y la poesía.