Nunca te pregunté si te gustaba la lluvia, ni dejé que saboreases el humectante licor de mi soledad, de lleno, te llevé de la mano por la arquitectura del cosmos bailando y haciendo bailar a la noche en su nadir agreste. traté de perderte cuando más cerca te tuve no obstante, tus ojos empozados en el velador anacrónico de mi cuarto reataban mi teatralidad de adolescente por verte mía una vez más. Estuve esquilmando tus cabellos en las cuencas de la nada y un solvente juicio del silencio me dijo que tu boca lejana aún no vierte la cicuta del desconsuelo de esta vida sin tu vida. No me preguntes del armario de ilusiones, son sólo muebles y recuerdos. Hoy no tengo ganas de saberme vivo o saberme muerto. llueve, y así como llueve y limpia la voluptuosidad del apresurado, el influjo del ser maldito reúne mis fragmentos y mis botas en pos de tu sumida ausencia. La gélida noche se lleva todo, dejándome desnudo y lesivo Y me pregunto: ¿Cómo embelle...
Un espacio en el que puedo compartir una de mis más apetecibles pasiones. La literatura y la poesía.