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CARTA DESVERTEBRADA


Nunca te pregunté si te gustaba la lluvia,
ni dejé que saboreases el humectante licor de mi soledad,
de lleno, te llevé de la mano por la arquitectura del cosmos
bailando y haciendo bailar a la noche en su nadir agreste.
traté de perderte cuando más cerca te tuve
no obstante, tus ojos empozados en el velador anacrónico de mi cuarto
reataban mi teatralidad de adolescente
por verte mía una vez más.
Estuve esquilmando tus cabellos en las cuencas de la nada
y un solvente juicio del silencio
me dijo que tu boca lejana aún no vierte
la cicuta del desconsuelo de esta vida sin tu vida.
No me preguntes del armario de ilusiones,
son sólo muebles y recuerdos.
Hoy no tengo ganas de saberme vivo o saberme muerto.
llueve, y así como llueve y limpia la voluptuosidad del apresurado,
el influjo del ser maldito reúne mis fragmentos y mis botas
en pos de tu sumida ausencia.
La gélida noche se lleva todo, dejándome desnudo y lesivo
Y me pregunto:
¿Cómo embellecer esta noche triste
si no llevo tus ojos a la batalla,
cómo atrincherar mis dudas
si aún duermo bajo las parcelas del dolor?.
¿Cómo creerte sombría,
si de tarde en tarde tu quejido bufa en los campos yertos
del desamor
y las lágrimas minan un desorden sistemático
en descargas de dolor?.
Anarquía,
centinelas de la silente noche,
guardas infatigables del pavor.
Subvertiré mis instantes transidos,
tus límites de amor dejarán cadáveres regados en la hierba
y mi llanto amunicionará tu almohada.
Talvez un proyectil fugado.
Hoy blando un instante de revolver
y siento el frío en los huesos  que no están derechos.
Y te pido por piedad, que puebles mi mente aturdida,
Puéblame con tus tenues pasos,
con la densidad homogénea de tu estancia en mi lúdica inocencia.
Puéblame con el sentido unilateral de tu haz  dentado
y tu dulce cabecita afelpada.
Puéblame con caravanas, con huestes y comitivas
Si es preciso trae tu familia,
lléname de hinojos, helechos y lechuzas,
recolecta flores y sonríe sin razón de los empellones con el viento.
En consecuencia
no te  olvides de tu vestido de luz para esta nefanda noche oscura,
para la fiesta de la reconquista
para decir adiós o hasta la vista
al malhadado acicate de la otrora vida.
Sin embargo
Hay ocasiones en que te veo
musa en  medias tardes de domingo,
y te comparo con la mística mujer intacta y deletérea
del  Sábato ciego de mis ojos.
el reloj cucú  tropieza a las 15 horas en la frontera suizo-francesa
y es cuando debo llamarte y tú no estás.
Eres mi salvoconducto visado en tu gobierno de facto
Eres mi archipiélago en ese instante,
no sé porqué te lo digo,
es que no tiene sentido.
Es que cómo te quiero.
pero no te quiero para que tú
quieras que yo sea
el escultor epiléptico que talle tus muslos graníticos,
el pintor dipsómano que retrate tu ausencia en acuarela,
o el facineroso escritor que relate las lucias pesadillas de tu escape
Si así fuera y así sea
dejaría de ser el cucú acordonado al tañido
 de las horas del  maderamen carcelario,
dejaría que el paramilitar insulso de la letra indigna
 me hostigue con una picana en la entrepierna.
Es que tu conjunto de islas no tiene sentido en mi alma
cuando  tu cabeza es trofeo de cazador,
o pendón magnánimo de arrogante filántropo.
Es que te quiero llana como el viento,
Y libre bajo sus términos.
Te quiero despierta y sosegada
que el domingo descansa Dios,
Y no es bueno que le dejes horas extraordinarias de trabajo
con mis requerimientos.
¿Por qué?,
porque
Amé tanto a ese ser más que en tanto ser,
amé a esa metafísica femenina más que Dios,
más que el alma misma,
 que su regionalidad salobre constipó la mía.
Ex profesamente
el suscrito lo lamenta.
Es uno filosofante de vulgo,
pretende obtener besos de esta noche envejecida,
acariciar las enhiestas tesituras de un cuerpo ausente
y ser medida de lo posible en la asignación telúrica de la nada.
Ame tanto a ese ser más que en tanto ser,
que es justo que la ame ahora más que nunca
porque más que nunca
necesito que me amen urgente,
y si es mejor
con una lápida y una pala.
Lo demás viene por añadidura.
Como cuando dijiste que entrase,
 con sigilo,
con el bocado taciturno de lo oscuro
amordazando mis agrios belfos
pero no lo hice;
y me pregunto, ¿porqué?
será porque mi retrato pende aún
de esa magra pared que desagravia a la luz
y no logro deferirlo.
¿porqué?,
porqué ocultas el libro que trae tu epíteto y mi sentencia.
 Porqué oigo tus gemidos del otro lado del muro en
que duermes compungida y distante,
Porqué desobedezco a natura,
si ella me lleva a ti y no te tienta . 
Que interesante saberte tierna,
tersa, empero intangible a mis dedos.
Ay, tejedora de sueños insomnes,
 me quema la soledad sin tu textura,
me ciñe el poder de los grillos cantores y
me humilla el bramido del cierzo que  tamiza y  muda
tu figura penetrándose por los postigos de tu alcoba.
Es que ni con la muerte purgaré tu nombre,
como una s o una z,
sin remedio:
¿Es que soy una fantasmagoría
que vulnerable te profiere,
o un trasegado invento de la noche?
Atolladero vacuo e inerte.
A veces hay noches
que la soledad se vierte en una aljofaina,
y es necesario refregarse el rostro
hasta exhalar tendido
en el sueño
porque dejaste de inspirarme
si en el pasado en lontananza,
  de tus besos configuraba versos libres
y llenaba las arcas insomnes para el diluvio
de la noche.
 dejaste que  el cristal con el que miraba
tu silueta, refleje ahora  ademanes
de un desprecio.
Con que inseguridad
me precio de ser un canto particular
en esta condición humana,
en esta gracia informe de ser lluvia
y  desgarro,
si la lid del tiempo fracciona tu faz en
mínimos destellos.
Esta letra oscura, opaca y sin dueño me
concede un silencio,
Me ofrece terciar a la noche en su alborozo misógino
y abrigar esperanzas del destierro de tus sombras.     
Caer, y lastimarse.
Sentir, levantarse
es lo que queda.
Y si no lo comprendes aún
Espero que lo sientas
¿Lo sientes?,
Son los latidos de la noche que labran tu nombre.
y te dicen…espera.
Es la calma adusta que difumina el cincelado
de tus pasos lóbregos,
el vestigio del silencio incauto
que traza cadente y severa
por la amargura de tus calles
extendidas  en sus amarras y su esfera.
Tus legionarios ojos fementidos
declaran un  escancio de arroyo
un manantial ignoto que despide vahos de tiempo y  luz
y te llamo en salmodias
y no me penetras con tu mirada certera
y te desnudo con mis ojos lúbricos
evanescente carne que quemas en mi espera.
Lo siento…
Son los latidos de mi corazón que desespera.
 
 

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