Con el paso de las horas, los días y los meses, el escaso sueño que cobijo se orilla en mis párpados como enormes crisálidas colgantes, es una sensación que me cuestiona a cuenta gotas, horadando sobre la frágil línea de cordura que habita en mi restregada conciencia. La verdad, nunca imaginé hospedar este pensamiento inusitado poblando mi tórrido cerebro; nunca repasé maquinar ideas tumultuosas acerca de las arcanas categorías que revisten lo correcto de lo incorrecto, pero, mírenme aquí, sorbiendo una taza de café, sonriendo como un adolescente indolente los comentarios pueriles de los periódicos, engañándome lentamente con las noticias que mastico en la televisión desde tempranas horas, sabiendo a ciencia cierta que soy presa de algo que aún no logro comprender y mi entorno es un envoltura dispuesta a desecharse. Cada mañana al salir de casa arrastro un bloque pesado en la espalda de camino al trabajo en el hospital, un crucifico, este alimento diario de la duda inagotable e...
Sentado en una banca de la Plaza 25 de Mayo Martín aguardaba impaciente el arribo de aquella mujer desconocida, ya habían transcurrido vastos minutos a la hora pactada, sin embargo, aun sostenía la esperanza de verla llegar ataviada como en la imagen de perfil del Instagram: la muchacha del rostro rubicundo con la que quedó encontrarse, no obstante, sabía muy en lo profundo que no llegaría, las chicas que usan esa red social no se fijan en tipos como él pensó, al final de cuentas, un romántico empedernido como Martin se consideraba así mismo, ya estaban en extinción o en un evidente exterminio. Se disponía a irse a casa, en vano se había puesto una camisa a cuadros y el saco mostaza con parches en los codos que le encantaba vestir, no estaba acostumbrado a este guisa de encuentros, hace un tiempo que se hallaba solo desde la ruptura con Patricia, con el pasar de los meses decidió darle chance a las búsqueda de una mujer interesante que pueda conocerla a través de las redes soci...