Con el paso de las horas, los días y los meses, el escaso sueño que cobijo se orilla en mis párpados como enormes crisálidas colgantes, es una sensación que me cuestiona a cuenta gotas, horadando sobre la frágil línea de cordura que habita en mi restregada conciencia. La verdad, nunca imaginé hospedar este pensamiento inusitado poblando mi tórrido cerebro; nunca repasé maquinar ideas tumultuosas acerca de las arcanas categorías que revisten lo correcto de lo incorrecto, pero, mírenme aquí, sorbiendo una taza de café, sonriendo como un adolescente indolente los comentarios pueriles de los periódicos, engañándome lentamente con las noticias que mastico en la televisión desde tempranas horas, sabiendo a ciencia cierta que soy presa de algo que aún no logro comprender y mi entorno es un envoltura dispuesta a desecharse. Cada mañana al salir de casa arrastro un bloque pesado en la espalda de camino al trabajo en el hospital, un crucifico, este alimento diario de la duda inagotable e...
Un espacio en el que puedo compartir una de mis más apetecibles pasiones. La literatura y la poesía.