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Pasión por el fútbol. Algunos lo entenderan

Estos días me distraía navegando en Youtube y encontré una llamativa entrevista hecha hace algunos días por Eduardo Sacheri (autor del libro “El secreto de sus ojos”) a Alejandro Dolina sobre las pasiones, donde hablaban ambos con tesitura y desparpajo sobre las ventajas y desventajas de ser presa de las mal llamadas “pasiones”. Indicaba Dolina que en la antigua Grecia las pasiones no eran buenas, eran algo que debían curarse. Las pasiones son los padecimientos decía y en palabras suyas afirmaba sobre las actuales pasiones que rondan en fruslerías:<<A la gente le gusta no ser una máquina, cuando se sienten desbordados por un sentir. Se sienten más humanos… Cuando uno sacraliza bagatelas siempre sucede algo muy malo. Estalla la violencia…>>, palabras con un acento de alarma, que ingresan en mi cerebro, lobotomizado por esta “pasión” futbolera que me mantiene presa y en ascuas hasta el día domingo. Sinceramente antes de escribir este pequeño articulo o como quiera llamarse,...

MITO OSCURO

Mariela aún aletargada, espera acodada en el mesón de la cocina el sonido de la jarra eléctrica y el burbujeo del agua en ebullición. Parpadeante y legañosa se rasca el trasero por sobre el pijama, en anuncio de una nueva jornada y la rutina; se procura de elementos para preparar el desayuno: manos a la obra, en tanto su pareja aún duerme en la cama caliente. El menú constituye en unas tostadas francesas a la boliviana, mermelada de guayaba, agua caliente en el termo, té de sobré, café instantáneo, marraquetas, fruta fresca y un jugo de naranja recién exprimido, todo para su rey sin corona, aquel hombre que conoció en la facultad de Economía. Aún se pregunta que vio en aquel sujeto de hombros estrechos y anteojos de montura de plástico, ¿sería la sagacidad e inteligencia matemática que presentaba en las materias lógicas y la responsabilidad consabida de estudiante aplicado? O la sonrisa bobalicona al ser visto por unos ojos avispados de una mujer tremendamente altiva, inteligente y...

POSO MI TACTO EN LAS ESCALAS SALOBRES DE TU PIEL…

Poso mi tacto en las escalas salobres de tu piel, mujer. En tanto observo como degollas mi fantasía con tus gemidos quedos. Tú, no estás ahí, nunca lo estuviste. Desde aquella tarde en que desnuda me pediste ser la medida de tu tiempo, ser sépalo y pistilo te desbordaste en mí como la lluvia en los manglares. Me inmolé en el Solsticio. En tu pubis germinal. Mis manos amorfas esculpieron soles en tus senos y un grabado en tu espalda inagotable reflejaba la escolopendra infinita de tu dermis. Aquella tarde, supe a ciencia cierta, mi fuga del tiempo y la cordura. La medida de todas las cosas eres tú. Salobre mujer de pelo ceniciento La medida de mi muerte eres tú. Alacrana y flor. A Mapaíta...

EL ÁGUILA COMO TESTIGO

Es otoño y las cobrizas hojas de arce alfombran el gélido suelo de este amanecer cansino. Los famélicos caballos reventados por el agotamiento, tuvieron que ser sacrificados por mi cuchillo cobarde que ensangrentado reposa en  las alforjas que llevo con dolor en un rictus  pensativo. Ya son varios soles y lunas que cargamos la saudade de esta caminata sin retorno, ahuyentados de nuestro terruño como a  lobos de sus cuevas, como a pájaros de sus nidos, y sin embargo ella tan serena que  en su agrio silencio y sumisión amamanta al crío que engendramos sin pensar que será de él, tan pequeño e inerme, tan frágil y hermoso. El último de nuestra tribu. El cielo azulino ingresa en nuestra cúspide, inabarcable bóveda añil que nos recubre, sé que a una distancia prudente hay pupilas salvajes  que atestiguan nuestros aletargados pasos, bestias temerosas que husmean nuestro miedo escondidos en la maleza, en las sombras de los arbustos, escabulléndose de nuestro enemi...

CARTA DESVERTEBRADA

Nunca te pregunté si te gustaba la lluvia, ni dejé que saboreases el humectante licor de mi soledad, de lleno, te llevé de la mano por la arquitectura del cosmos bailando y haciendo bailar a la noche en su nadir agreste. traté de perderte cuando más cerca te tuve no obstante, tus ojos empozados en el velador anacrónico de mi cuarto reataban mi teatralidad de adolescente por verte mía una vez más. Estuve esquilmando tus cabellos en las cuencas de la nada y un solvente juicio del silencio me dijo que tu boca lejana aún no vierte la cicuta del desconsuelo de esta vida sin tu vida. No me preguntes del armario de ilusiones, son sólo muebles y recuerdos. Hoy no tengo ganas de saberme vivo o saberme muerto. llueve, y así como llueve y limpia la voluptuosidad del apresurado, el influjo del ser maldito reúne mis fragmentos y mis botas en pos de tu sumida ausencia. La gélida noche se lleva todo, dejándome desnudo y lesivo Y me pregunto: ¿Cómo embelle...